El delfín rosado, la
tonina, es el delfín de agua dulce más grande que existe y vive en las
aguas pantanosas y rápidas del Orinoco. La tonina en cautiverio es una rareza.
Hasta hace muy poco su longevidad en acuario era muy corta y criarlas había sido
infrucctuoso. Son animales difíciles de entrenar, pues a pesar de ser muy
inteligentes, su tono muscular es menor que el de los delfines, sin embargo, los
animales nacidos en cautiverio aprenden con mucha mayor facilidad a hacer los
trucos que atraen al público.
La captura de toninas es un procedimiento violento, se van persiguiendo
en grupo hasta lograr agotarlas. Se rodean con una red y luego se
arrastran hasta los cazadores que seleccionarán los especímenes que serán
escogidos, dejando, generalmente, el grupo de toninas mas viejas en el rio. Sufren
asi una separación violenta familiar que se convierte en tristeza y estrés.
Es tal el impacto físico y emocional sobre estas criaturas que, en el
traslado mueren la mayoria de ellas, como es el caso de los inicios del Acuario
de Valencia, en el que se capturaron 10 toninas y 8 de ellas murieron en el
proceso de traslado y ubicación.
Lo cierto es que estos delfines no son tan felices como parecen en sus
espectáculos. No entienden que el pescado muerto que les arrojan los cuidadores
es su alimento. Hasta que lo aprenden los alimentan introduciéndoles un tubo en
el estómago. Además, mas dela mitad no
supera el primer año de vida en cautiverio.
¿Valdrá la pena el sacrificio de las especies que mueren en el intento
de ser trasladadas al acuario, y el estrés impuesto al pequeño grupo que
sobrevive, quedando toda este maltrato justificado por un motivos educativos y
culturales?
Quizá convenga recordar las palabras de Jacques Costeau: “Ningún acuario,
ningún estanque en algún parque marino, sin importar su tamaño, puede
reproducir las condiciones del mar. Y ningún delfín que en ellos habite puede
ser considerado normal”.


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